Sumergida en la vida misma
Hay un
aire reconfortante en el vecindario. Rostros conocidos me saludan en la mañana
y en la tarde. Mis compañeros en el laboratorio se han convertido en mis
confidentes, nos reímos juntos mientras me cuentan tolees. Los tolees son
básicamente chistes.
En
resumen, esta semana se sintió más cotidiana. Levantarme con la luz del sol,
leer, ir al trabajo, regresar a casa a descansar y en los entre-tiempos compartir y
reírme con la gente que voy conociendo en el camino.
Caminando
por mi vecindario:
Uno de
los intercambios más chéveres que tuve fue con un señor en un trotro, una de
las tantas personas que se sorprenden cuando les hablo en Twi. Me preguntó si
vengo de América –aquí como en la mayoría de países no latinoamericanos,
América equivale a Estados Unidos-, ya me he frustrado tantas veces dándome la
vuelta explicando que si soy de América, el continente, que consiste también de
Latinoamérica. En fin, mi respuesta fue no. Soy de Ecuador en Sudamérica. El me
dijo, eso es América, con una sonrisa. Me dio un respiro refrescante saber que
me entienden y bueno quizás habrán escuchado acerca de la frustración antes.
Todo esto me ha tenido pensando mucho en el libro que estoy leyendo a la par
(lo acabo de terminar): “Harmattan Rain” que se traduce a “Lluvia durante
Harmattan”, la temporada seca en Ghana, que antiguamente era conocida como la
Costa de Oro. He pensado mucho acerca del tipo de literatura asequible al mundo
que proviene de países en desarrollo, o según el título ahora en boga: países
de ingresos mediano-bajos (determinado por el Banco Mundial). Este tipo de
literatura de los ex colonizados sigue siendo descrita como literatura
post-colonial.
El
libro es genial –bueno la primera parte, lo demás es como una telenovela, que
están bastante de moda en Ghana, especialmente las mexicanas-, incluye mucho
acerca de contexto político de Ghana durante la independencia siguiendo una
historia de amor, por 3 generaciones. La última en New York. Ojalá pronto tengamos más historias de acá,
que terminen en finales felices acá… Eso sería verdadera literatura
post-colonial… Cuánto falta para que eso pase y la persona no tenga que haberse
graduado en una Universidad del occidente, es difícil decir. Hay que cambiar
algunos paradigmas para que eso pase o yo tengo que explorara lo no explorado.
En fin,
como tengo demasiado que contar, voy a hacerlo corto.
El
Viernes al fin salí a bailar Azonto con mi amiga Dorcas, su novio que son de
aquí y otros amigos más. Este es un baile que requiere que toda inhibición se
vaya al carajo.
Pero
bueno, la noche oficialmente comenzó con música en vivo en Plus 2. Un bar al
aire libre. La música, conocida acá como high life se sentía como saltos entre
banda mexicana y jazz… Una de las combinaciones más fantásticas que he escuchado,
hay estructura pero desaparece.
Luego
fuimos a un bar de obronis y como solo había música obroni nos fuimos a
Manjaro. Interesantemente, la mayoría de la gente eran hombres, bailando en su
máxima expresión, moviendo cada extensión de sus extremidades sin miedo a
acercarse el uno al otro o a mí, pero la verdad creo que más disfrutaban de su
trance interno que del tratar de bailar con alguien más, verdadero baile.
El sábado
fue un día de recuperación, caminar en el vecindario y descubrir más huecas
para comer fufu! Hablando de eso, al fin me fijé en gente que estaba haciendo
fufu el miércoles mientras buscaba envases para mis experimentos. En este
mercado también había gente haciendo zapatos manualmente.
El Domingo
fue –otra vez- el gran día turístico. Allison y yo fuimos al Akwasidae en
Manhya Palace. Akwasidae es el día del tributo al rey de los Ashanti; ocurre
cada 6 semanas.
Como
tributos pasaron varias botellas de Black Jack Daniels y otros licores además
de algunos cabrones, en el buen sentido de la palabra.
Lastimosamente
no puedo compartir la música ahora porque los archivos son muy pesados pero
después del viaje lo haré.
Lo más
exhilarante de todo el acto fue la música. Varias bandas estaban situadas
alrededor de los predios; las bandas se alternaban para tocar y de pronto todas tocaron en unísono cuando entró el rey. La armonía era tan hipnotizadora que mi
cuerpo se embriagó de baile, se sentía en el pecho y era inevitable cerrar los
ojos para dejarse llevar.
De
pronto la primera fila de obronis a mi frente se levantó a saludar al rey. Mi
impulso fue ponerme a la fila para saludarlo cuando sin darme cuenta había
cometido un error, era demasiado tarde para regresar. Tuve que hacerle una
venia al rey. Mientras estaba parada ahí vi los cetros de oro de sus guardianes
y pensaba en mi doble moral. Le haría una venia al rey de España?
Indudablemente no. Quise justificarlo diciéndome a mí misma que estaba bien
mostrarle mi respeto al rey mientras estaba visitando la tierra de Asantehene, mientras
hacía la venia y miraba a sus ojos llenos de fuego, me convencí de que
seguramente es un buen rey.
Durante el festival!
Gente en la fila
Mientras
caminábamos en el palacio, tomamos la ruta que parecía más corta para salir.
Cuando estábamos bastante cerca de la salida, un hombre en su ropa tradicional
nos dijo que las mujeres no podían pasar por ahí. Allison se disculpó en
nuestro nombre y él respondió preguntándonos nuestros nombres. Señalándome dijo
de una forma demandante: tú me gustas. Agradecí y salimos apurando el
paso.
Después
de conversar con algunos amigos, tomamos un taxi y en camino a casa le pregunté
al taxista qué pensaba acerca del rey. En corto su respuesta fue: prefiero
nuestra tradición Ashanti con la monarquía que la plétora de religiones que
dividen a la población. Un buen punto.
Mi
trabajo incluye trabajo en el laboratorio además de visitar nuestros
digestores. Los digestores están cerca de un botadero así que a veces jalo dedo
para llegar y algunos me paran. Hasta hoy todos a los que les he preguntado
tienen cosas buenas que decir del rey, especialmente que creo un bono para la
educación de todos los niños en Ashanti. Luego les pregunté a mis compañeros de
casa… El rey se construyó propiedades en Sudáfrica e Inglaterra. De dónde viene
el dinero es indudable…
En fin,
el Lunes salí con unos amigos Alemanes y Austriacos a conversar. Raymond, uno
de los Ghaneses con los que trabajo me llevó en su moto. He paseado mucho en
moto con Raymond en la ciudad, el peligro es palpable y excitante. Muchos de
los chicos con los que salí están frustrados con sus asignaciones, sienten que
podrían hacer mucho más con sus conocimientos técnicos, ojalá se les dé la
oportunidad.
Ayer
tuve noche de película en la casa donde me quedo. Las mujeres cocinamos juntas,
un poco de falafel y pita. Mientras preparaba las bolas de falafel para
meterlas en el aceite no podía evitar recordar los Domingos en la tarde cuando
estaba en el Colegio. Mi abuelita paterna, Mamá Tere siempre nos dejaba ayudar
a preparar el pastel de plátano o las empanadas. Mientras freía, evocaba tantos
recuerdos, olores, sonidos.
Este
post ya se hizo muy largo así que voy a parar, aun queda mucho que contar!
Afia.
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